Project Description
Los áfidos, conocidos vulgarmente como pulgones, son una de las plagas más comunes en nuestro país, ya que pertenecen a una superfamilia de insectos fitopatógenos de los que se conocen aproximadamente 300 especies que afectan a cultivos agrícolas y forestales, así como ornamentales. Hay especies que son monófagas, es decir, que se alimentan de una especie vegetal en concreto; pero la gran mayoría son más polífagos, es decir, que se pueden alimentar de diferentes especies vegetales.
Son insectos pertenecientes al orden Hemiptera, miden entre 2 y 9 mm, y se caracterizan por tener un par de apéndices erectos en la parte dorsal del cuerpo. Presentan un cuerpo ovoidal sin distinción aparente de sus tres regiones (cabeza, tórax y abdomen), de colores variados, aunque los más frecuentes son amarillos, verdes o negros y se pueden encontrar individuos ápteros (sin alas) o alados de una misma especie. Son chupadores de savia y algunas especies actúan como vectores de enfermedades. Presentan ciclos biológicos muy complicados; pueden tener de 7 a 20 generaciones anuales y un gran poder de proliferación.
Indirectamente pueden ocasionar otros daños, como la inyección de sustancias tóxicas (inductoras de malformaciones, agallas y tumores), transmisión de enfermedades fitopatógenas, actuando como vectores, o bien favorecer el ataque de otros patógenos, debido al debilitamiento ocasionado a la planta. Otro gran problema asociado es la secreción de melaza (Fig. b), sustancia pegajosa que favorece la aparición de los hongos del tipo negrilla, Cladosporium, provocando la reducción de la fotosíntesis e importantes daños estéticos. Además, la melaza excretada ocasiona severos problemas en el ámbito ornamental, dejando el mobiliario urbano, coches, pavimentación, etc. que se encuentren debajo de la copa del árbol afectado, pegajoso o impracticable, y también provocando la aparición de hormigas que aprovechan la melaza y están cerca de los pulgones para limpiarlos y protegerlos.
El Cinara cupressi (Fig. c) es uno de los pulgones a tener más en cuenta; ataca a las especies de Cupressus (Fig. d) y les provoca graves lesiones que impiden que la savia llegue a los extremos de los ramillos. Le provoca un estrés que deja el árbol muy debilitado y facilita la entrada de hongos vasculares mortales, como el Seridium cardinale. Por lo tanto, se tienen que tratar estos árboles al principio de la infestación del pulgón.
Realizar un tratamiento de endoterapia vegetal de forma preventiva para evitar la aparición de los problemas. El tratamiento preventivo, generalmente, es recomendable realizarlo en primavera, en período de activación vegetativa y, en caso de las frondosas, con al menos el 60% de su masa foliar desarrollada.
También se puede realizar el tratamiento de forma curativa, no obstante, la desaparición de los daños causados será más lenta.